Editorial : Hoy más que nunca ¡ATENCO SOMOS TODOS!



El pasado 1 de junio, se consumó el cambio de uso de aproximadamente más de dos mil hectáreas de suelo en el pueblo de San Salvador Atenco; con dicha maniobra, los PRIistas lograron imponer ilegal, y tramposamente, el cambio de tierras ejidales a parceladas (privadas); a través de esto,  se podrán vender para la construcción del aeropuerto y el mega proyecto “Ciudad Futura” en toda la zona del lago de Texcoco. Dicho proyecto (que parecía sepultado desde agosto del 2002) hoy revive de forma más agresiva, comandado de manera directa por el asesino de Peña Nieto, el cual continúa obstinado desde el 2002 con vengar la derrota que sufrió su tío, en aquel entonces gobernador del Estado de México: Arturo Montiel. Ya en 2006, Peña dio muestras del profundo odio que alberga contra los miembros del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, en el que de manera conjunta con Vicente Fox, ordenó un operativo de más de 5 mil elementos (soldados, federales y policías) para concretar una de las más aparatosas represiones de los últimos tiempos, solo equiparable a la sufrida por la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca en noviembre del mismo año. 

Son diversos los intereses que se esconden detrás del proyecto de ampliación del aeropuerto de la Ciudad de México y el proyecto “Ciudad Futura”; los grandes despachos de arquitectos y empresarios ya tienen diseñados los planos; figuran entre los nombres algunos ligados a Carlos Slim (segundo hombre más rico de todo el planeta), el cual amasó su fortuna gracias al regalo que le hizo Carlos Salinas de Gortari, con la venta de TELMEX. Pero no solo están en juego intereses de tipo económico detrás del proyecto de aeropuerto en Atenco, igual de importante es la afrenta que lanza el régimen contra uno de los últimos frentes de resistencia que se mantienen en pie y que han logrado doblegar al gobierno de manera contundente. En los últimos 25 años de lucha de clases en nuestro país, los empresarios y políticos parecen haber arrasado con casi todas las conquistas que se habían logrado mantener desde la revolución mexicana y que habían sido defendidas por los movimientos sociales. La huelga del CGH del 99-2000 en la UNAM que mantuvo la gratuidad de la máxima casa de estudios, y la derrota del proyecto aeropuertario por los campesinos del FPDT de San Salvador Atenco y pueblos aledaños en 2002, son los faros más brillantes (por mencionar solo algunos casos). Hemos perdido la Compañía de Luz y Fuerza del Centro; PEMEX; CFE; TELMEX; Ferrocarriles; Minas; el artículo 3ro, 27, 29 y 123 constitucionales; el régimen de jubilaciones y pensiones del IMSS e ISSSTE, sumado al perfeccionamiento constante del régimen de fraudes electorales que han asegurado el retorno del PRI a la presidencia y en la mayoría de las gubernaturas y municipios del país. Por lo tanto no es descabellado afirmar que el régimen pretende consolidarse por la vía de la violencia y el despojo contra el pueblo de Atenco, lanzando simultáneamente un claro mensaje a todos los sectores de la izquierda anti-capitalista que continúan resistiendo y luchando contra el sistema.
Para que se entienda cabalmente la problemática actual, debemos mirar más allá del proyecto aeropuertario para poder descifrar que en el fondo se trata de un ataque contra todos los sectores del pueblo trabajador que pretendan ser una piedra en el zapato. No nos equivocamos al escribir en 2012 que la imposición de EPN arrojaría una serie de prerrogativas y prebendas para la “izquierda” del sistema, como lo representan el PRD y la dirigencia del MORENA, acompañando de una mano dura contra los sectores que no estén dispuestos a someterse a los designios del gran capital nacional y extranjero. En este sentido podemos comparar dichos procesos, hasta cierto punto, con la política de Luis Echeverría, que ofrecía una reforma política a la izquierda reformista para poder participar en la simulación electoral y obtener algunas migajas en el poder burgués, mientras que llevaba a cabo uno de los episodios más sangrientos en la historia conocido como la “Guerra Sucia”, en donde se habla de alrededor de 7 mil asesinatos políticos y mil desapariciones forzadas.


Sin embargo, en la lucha de clases no está escrita de forma alguna la última palabra. La correlación de fuerzas entre las clases antagónicas suele modificarse de manera radical en condiciones adecuadas; si bien, venimos de un proceso de derrotas parciales en la mayoría de las luchas: la indignación, el descontento y la rabia son una tendencia que va rápidamente a la alza. Desde hace años el pasto está sumamente seco, y si bien es cierto que no ha prendido a niveles de convertirse en un incendio, es importante señalar que han sido los propios dirigentes los que han acudido a apagar el fuego como vulgares bomberos del sistema. La lucha de Atenco se nos presenta hoy como una nueva oportunidad para dimensionar la profundidad de los ataques del régimen, pero también como una nueva oportunidad de unirnos en una sola lucha en donde confluyan todas las demandas. Separados somos simples charcos de agua, unidos seremos el poderoso torrente de un río; alimentados por la constante y tupida lluvia que nos arroja diariamente el régimen, tendremos la fuerza para barrer cualquier obstáculo. •

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