No esperábamos otra cosa

El "justo" magistrado entregando la constancia de mayoría

No esperábamos otra cosa. Las denuncias presentadas por la oposición para anular la elección presidencial, por estar ésta plagada de irregularidades, se desecharon semanas previas al fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). En las primeras intenciones de impugnar la elección se presentaron pruebas que el TEPJF consideró como irrelevantes, sin sustento, que la oposición no era capaz de probar, argumentaban los magistrados del tribunal, incluso decían que ni las marchas nacionales contra Peña Nieto influirían en el fallo que emitirían, que la ciudadanía había hablado en las urnas y eso no iba a cambiar por nada del mundo. 


Ya se veía de qué lado se inclinaría la balanza. Así llegó el jueves 30 de agosto, día en que los magistrados del tribunal hicieron presunción de lo “robusto” de nuestra democracia presentando sus supuestos estudios e investigaciones sobre el proceso electoral, para verificar, según ellos, que éste se había desarrollado en completa regularidad y bajo los cauces que dicta la Constitución Mexicana, pero lejos de parecer análisis o investigación aquello eran discursos parciales que claramente inclinaron su preferencia hacía el copetoncito. La instancia máxima competente a lo electoral había hablado, Enrique Peña Nieto obtendría su constancia de presidente electo por fallo unánime del tribunal. 

¿Qué muestra este acontecimiento? Primero, esto no es algo nuevo, tanto en lo electoral como en otros ámbitos las instituciones supuestamente imparciales encargadas de ejecutar fallos a favor de la mayoría mexicana lo hace pensando sólo en grupos reducidos, y muestra que nuestras instituciones, alagadas por tan pocos y criticadas por tan muchos, están agusanadas sin un centímetro cuadrado que pueda ser rescatado. Son instituciones al servicio de unos pocos, aunque a veces quieren hacernos creer mediante palabras pomposas que pertenecen y sirven a todos. No es posible seguir sosteniendo tan siquiera un miligramo de fe en aquellos órganos de un sistema  igual de putrefacto. Las instituciones que han sido puestas por encima de las clases sociales, que rigen el orden constitucional con un carácter imparcial sin distinguir a explotados de explotadores es un mito burgués, mito de una minoría explotadora y privilegiada, es una envoltura que bajo de sí cubre el verdadero carácter clasista y por tanto unilateral de todas las instituciones conocidas, de todo el Estado, incluido lo electoral. 

Ahora se quejan muy sorprendidos de que el prestigio de las instituciones está por los suelos. Era una consecuencia natural. Ahora esta decepción generalizada de casi todo el aparato Estatal se convierte en materia prima de una fuerza social movilizadora que no debe ser frenada en sus aspiraciones, sino alentada. En este sentido las acciones no se hicieron esperar y al día siguiente del fallo del tribunal varias organizaciones estudiantiles y sociales acudieron a las casetas de cobro para levantar las plumas y permitir el libre paso a los automovilistas, un golpe económico para las empresas privadas que tienen el control de las carreteras, control obtenido bajo la presidencia de Salinas de Gortari, esto por el lado de la presión económica; por otro lado, el de la presión política, compañeros veracruzanos tomaron no de manera simbólica el palacio de gobierno del municipio de Jalapa.

Protestas frente al TEPJF
El mismo día, viernes 31, López Obrador hizo un llamado para que el domingo 9 de septiembre en el zócalo se tracen las acciones que su movimiento ha de seguir. Bajo nuestra sincera perspectiva creemos que la voz cantante será la de él, imponiendo sus cauces de lucha preferidos, pasando por alto las propuestas emanadas de la base que seguramente superan en contundencia a las del tabasqueño. La dinámica de sus asambleas no dejan otra alternativa más que la aceptación, aunque no se esté de acuerdo, de lo que traza AMLO y su grupo más cercano. Hemos visto que hasta ahora sus acciones para evitar y echar atrás los fraudes electorales han salido de la cúpula de su movimiento y sus resultados prácticos han sido de poca efectividad. 

Él mismo lo reconoce, en el 2006 el megaplantón en Reforma, más que una herramienta de presión política y económica, fue pensado para desmovilizar y hacer que la lucha no se salieran de las instancias legales y pacificas que la cúpula trazó. La consumación de aquella imposición ha dejado más de 80 mil asesinatos, desempleo, violencia, carencia, etc. Trotsky enfatizaba que la crisis de la humanidad, entre otras cosas, se debía a la crisis de la dirección de los movimientos de las masas trabajadoras, a una crisis política donde el reformismo, el entreguismo, el oportunismo, etc., son los males comunes de las direcciones y representan obstáculos para que las masas trabajadoras realicen sus aspiraciones de una sociedad más justa. 

El primer paso que ha dado AMLO es el desconocimiento al fallo del tribunal, un político de oposición que reivindica la democracia en un sistema carente de ella es lo menos que puede hacer. Pero eso no basta, y si en verdad quiere evitar la llegada de EPN a la presidencia el próximo 1 de diciembre tendrá que abrirse a las propuestas que la base haga, pero no sólo abrir espacio, sino apoyarlas en la acción. Sin duda tendrá que tomar muy en cuenta la posición y las acciones de la Convención Nacional Contra la Imposición y sumarse a ellas, pues ahora representa un referente nacional contra la imposición. De negarse a ambas cosas AMLO caerá de nuevo en su apuesta por que la izquierda gane en el 2018 la presidencia, tal como lo hizo en el 2006 esperando la llegada del 2012. Y esta nueva espera de seis años es una situación que los trabajadores sencillamente estamos lejos de poder aguantarla. 

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