El MPJD entre cruces y diálogos.

Francisco Navarro.


El presente escrito se suma a una serie de críticas  hechas de manera humilde y respetuosa al MPJD, pero sobre todo van dirigidas a la cabeza del movimiento.
Suman tres las gentes asesinadas que eran miembros activos del movimiento por la paz con justicia y dignidad (MPJD). Pedro Leyva Domínguez, comisionado elegido por la comunidad de Ostula para representarlos ante el MPJD, fue el primero de ellos. Luchó por recuperar las tierras de Xayakalan tituladas a nombre de la comunidad nahua de Santa María Ostula, pero que desde hace unos 40 años  terratenientes protegidos por grupos paramilitares habían tenido control de ellas. Hasta su muerte ocurrida el 6 de Octubre del 2011, el número de comuneros asesinados de manera violenta sumaban 27.

El 14 de Octubre del mismo año se realizó en la Ciudad de México el segundo encuentro del MPJD con el espurio titular del poder ejecutivo en los llamados “Diálogos por la paz”. En este dialogo Emilio Álvarez Icaza mencionó lo acontecido días pasados en la comunidad de Ostula pidiendo ponerse de pie a los presentes ahí y permanecer un minuto en silencio en memoria de Pedro Leyva y los más de 50 mil asesinados (ahora más de 60 mil) en el marco de la violencia generalizada en México. Ante ello las acciones del MPJD además de este minuto de silencio, se concentraron en protestas mediáticas y algunos pronunciamientos que condenan tal hecho demandando a las autoridades de todos los  niveles de gobierno hacer cesar la violencia contra la comunidad de Ostula y contra la ciudadanía en general, investigar tales crímenes de manera efectiva y transparente y pidiendo que el Estado sea el responsable en salvaguardar la integridad física de los comuneros y luchadores sociales que se ven amenazados.
El 28 de Noviembre, se sabe de la muerte de otro integrante del MPJD, Nepomuceno Moreno. Este asesinato de un luchador social que logró dar a conocer la noticia de la desaparición de su hijo por policías en Sonora, gracias a la cobertura mediática impulsada por del MPJD, no muestra más que la negativa de las autoridades para llevar a cabo las demandas de las gentes afectadas por esta guerra. Muestra también la incapacidad de movilización del MPJD después del asesinato de Pedro Leyva, para llamar a acciones de manifestación y protesta ante la eliminación de sus colaboradores cercanos dejando atrás los diálogos con autoridades asesinas y sordas. Podía haber llamado a protestas pacificas en las calles, a plantones como medio de presión, a la toma pacifica de edificios gubernamentales para hacer que las investigaciones correspondientes se dieran de manera rápida y también se cumplieran las medidas de seguridad para las gentes del MPJD y activistas sociales. Pero nada de eso hubo, sólo se ven intentos de llegar al “corazón y la conciencia del adversario”. Los principios morales Sicilianos desconocen la realidad concreta y plantean cosas fuera de lugar. Se ha perdido mucho tiempo tratando de tocar los corazones de plomo de los políticos y las mafias, Sicilia no ve otra salida más que su sensibilización para el fin de la “guerra”. Se ha olvidado, o quizá nunca lo tuvo presente, que es más seguro y efectivo organizar a las víctimas de la guerra y al pueblo descontento por la precariedad y la violencia en la que se vive (sobrevive).


Así como su moralidad le hace pretender que los corazones de los narcos y políticos se sensibilizarán, su concepción política conciliadora le hace lanzar la consigna de unificación nacional para hacer frente a la emergencia nacional. Sicilia supone que la burguesía y el proletariado pueden olvidar sus conflictos para sacar al país del estado emergente actual. Sin darse cuenta que la problemática actual, la militarización, es una imposición de los capitalistas. Es la lucha de clases en una expresión no económica, que muestra la estrategia militarista de la burguesía para golpear a los trabajadores y activistas sociales cuando estos demandan reivindicaciones en derechos básicos.
El 28 de noviembre, el mismo día del asesinato de Nepomuceno, en el Estado de Michoacán se reunieron gentes de la Secretaría de Gobernación, de la Secretaría de la Defensa Nacional, y del Gobierno de Michoacán junto con representantes de Ostula, incluido Don Trinidad. La reunión tuvo que ver con una serie de medidas que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) había hecho a favor de los comuneros el 25 del septiembre del 2010 y que hasta el momento no habían sido realizadas; en aquella reunión se dieron acuerdos según los cuales la marina, por cuestiones de seguridad nacional, es la responsable de la seguridad del territorio comunero, pero también las demás instancias de seguridad se veían con responsabilidades.
El día 6 de Diciembre, unos cuantos días después de aquella reunión, un grupo de 12 integrantes del MPJD acompañados de Don Trino fueron secuestrados por un grupo de paramilitares cuando salían de las tierras recuperadas de Xayakalan. Los 12 integrantes del MPJD fueron dejados en libertad, pero no así Don Trino que después de unas horas fue encontrado sin vida y con marcas de tortura en el cuerpo y 4 disparos.
No puede pasar desapercibido el asesinato de la actriz Julia Marichal, simpatizante del MPJD y el secuestro de  los activistas ambientales Eva Alarcón y Marcial Bautista el 7 de Diciembre en Guerrero, también simpatizantes del MPJD.
Sabemos el calibre de los golpes que han sido dados al MPJD y que lo ha dejado noqueado. Tales hechos, dice Pietro, provocan “un miedo que nos tiene que ayudar a repensar, aumentar las defensas, las formas de no violencia civiles y pacíficas para que la situación se vuelva más humana y más de la paz.” Palabras dichas en la segunda semana de Diciembre, en entrevista hecha por la revista Proceso. Ahora entendemos porque los embates recibidos no son del mismo calibre que las respuestas del MPJD.

Algo breve sobre los diálogos…
Por un lado los diálogos por la paz son considerados por sus promotores como un logro que la ciudadanía ha alcanzado en pos de la democracia. En ellos se pudo exponer al ejecutivo algunos de los casos más notables de asesinatos violentos que no tienen relación con el crimen organizado o fuerzas armadas, sino que con personas que simplemente se encontraron en el lugar y momento equivocado y en mayor medida de personas asesinadas por sus actividades políticas en oposición a la llamada “guerra contra el narco”, en defensa de tierras comunales, o en actividades que se opusieran a intereses empresariales y políticos. Muy a pesar de las buenas intenciones de estos diálogos las cosas no se ven mejoradas. Quizá esta visión del diálogo como camino político para la paz se valorizó en extremo olvidando otros senderos que bien pudieron dar mucho más resultado. Al menos queda un antecedente histórico que muestra que el “diálogo” sin movilización política no puede ser una solución a esta guerra­.
Por otro lado, que no se piense que el gobierno federal se vio obligado a sentarse a dialogar el cambio de estrategia. No, al contrario, ha usado gustosamente el espacio para jactarse adjetivos democráticos de un gobierno que en vez de usar la represión, como en el 68, usa el diálogo abierto y público. Lejos de hacer cambiar de opinión a Calderón sobre la estrategia utilizada para combatir a la criminalidad, éste ante tal oportunidad no hizo más que reivindicar y tratar de “legitimar” aún más la estrategia de guerra ante las víctimas y las millones de personas que le escuchaban.  “Para el gobierno –dijo FECAL en segundo diálogo por la paz- es claro que debe avanzarse en cuanto menos tres ejes fundamentales: 1- No podemos dejar a las comunidades asoladas por delincuentes a su suerte. La fragilidad y la vulnerabilidad de las instituciones locales dejan inermes a esas familias y por eso tenemos que seguir combatiendo a los criminales, buscando reducir los niveles de violencia sin escrúpulos de la que somos testigos todos los días. 2- Debemos avanzar en la reconstrucción de nuestras instituciones, porque es la única forma de ofrecer seguridad humana y justicia duradera a la ciudadanía. Sólo cuándo haya policías, ministerios púbicos y jueces confiables, eficaces y sobre todo humanos  tendremos un México seguro. Si no hay instituciones de seguridad confiables, si no hay instituciones de justicia confiables nunca tendremos ni la seguridad, ni la justicia a la que aspiramos. Y 3- Es indispensable que avancemos en la reconstrucción del tejido social, que abramos oportunidades educativas, de salud y de empleo a los jóvenes. Y que sembremos (mediante la violencia de Estado) en las comunidades los valores del respeto a la ley, de respeto a sí mismo, de respeto a los demás y los valores también de solidaridad humana y de pluralidad…”
El punto número uno es la única cosa que piensa hacer efectuar el gobierno federal de los tres ejes fundamentales. Piensan seguir con la estrategia de guerra no para acabar con los criminales, más de 5 años de “guerra” lo han demostrado, sino para continuar  saqueando a la nación de petróleo, energía eléctrica, recursos naturales, para seguir eliminando derechos laborales ganados con lucha y sangre en la revolución y movimientos posteriores, para asegurar la represión de un levantamiento popular en un fraude electoral, etc. Todo lo anterior sabiéndose respaldados (los empresarios y políticos) por las fuerzas armadas que ni cuidan a su patria, ni hacen un favor a México, todo lo contrario. 





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