Arde Grecia.

Franchute.

La noche del 12 de febrero de 2012 el gas lacrimógeno comenzó a colarse a la borrachera que tenían los políticos dentro del parlamento griego, en las calles aledañas las explosiones de bombas molotov ponían la sinfonía a aquella fiesta política; con aquellos ingredientes todo el mundo augura que la cruda de los días siguientes será terrible, el problema es que los síntomas los tendrán que padecer justamente aquellos que no fueron invitados al convite.




Adentro del edificio los “representantes” del pueblo cumplían el mandato de la llamada troika (Unión Europea, Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo) de suscribir un nuevo proyecto de medidas de austeridad, requisito para que los organismos financieros concedieran una ayuda a Grecia por 130 mil millones de euros; dinero que se irá como agua entre los dedos y que les servirá para pagar otros compromisos financieros, tan sólo el 20 de marzo la economía griega debe cumplir un pago de 14 mil millones de euros sino quiere que se declare la suspensión de pagos y se deje al descubierto la bancarrota de un país que lleva 5 años en recesión económica.

Afuera del edificio se congregaron miles de personas, las mismas que se han movilizado contra dicho plan de austeridad desde semanas antes, llegando a la huelga general del martes 7 de febrero que paralizó buena parte del país, en los hospitales sólo se atendían emergencias. El fin de semana nuevamente empezó la huelga general y las movilizaciones en protesta por las intenciones de los principales partidos políticos del país (PASOK, “socialista”; Nueva Democracia, derecha y LAOS, extrema derecha)  para aceptar las medidas propuestas por los banqueros. Grandes marchas seguidas de enfrentamientos entre jóvenes y la policía fueron marcando el ritmo de los acontecimientos; el domingo 12 se agudizaron los incendios cuando se sabía que muy pronto estaría echada la suerte, la policía poco a poco se iba quedando sin latas de gases lacrimógenos, al tiempo que se estrechaba el cerco policial en torno al Parlamento. Este grado de enfrentamientos y destrucción no se había visto en años en aquel país.



 Las medidas económicas se centran en precarizar la vida de los obreros. Incluye la rebaja del salario mínimo en un 22% y la reducción del 32% a los menores de 25 años; situación que acarrearía nuevas discusiones en los contratos de todas las empresas quienes tomarían como base dicho salario oficial para reducir los suyos también, así como la caída del subsidio de desempleo; por si fuera poco se congela el salario y los aumentos de salario, mínimo hasta el 2015. Los contratos de trabajo se deben inscribir en la política de “ajustar a Grecia con sus competidores”, que se puede leer como fomentar la producción a costa del obrero, tomando relevancia la nueva norma que dicta que al termino del contrato sino se llega a un acuerdo en tres meses se regresa al salario mínimo. Privatización con valor de 19 mil millones de euros de las empresas públicas, principalmente de gas, petróleo, aguas, alcantarillado y el Centro Internacional de Radiodifusión. Recorte al gasto público por 3 mil 300 millones de euros que incluyen mil millones en gastos farmacéuticos, deteriorando más el golpeado sistema de salud griego. Recortes a las jubilaciones en 300 millones de euros en 2012 y 325 millones en 2013 a empleados de empresas estatales, telecomunicaciones, electricistas y marineros. Destrucción de 15 mil empleos del sector público como parte de un programa de eliminación de 150 mil plazas previsto al 2015.

El desprestigio a los partidos que aprobaron este plan de austeridad ha ido creciendo en estos días y es probable que se acelere conforme las medidas vayan cundiendo entre los explotados; este descontento puede ser canalizado por los partidos más a la izquierda (como el Partido Comunista o la alianza SYRIZA) para fortalecer sus filas; sin embargo, esto es a condición de que se pongan al frente del movimiento, que le den una expresión organizada, con consignas claras y objetivos a diferentes plazos. No se puede estar haciendo huelgas generales constantes sin un objetivo claro, eso llevaría al desgaste y la desmoralización; la huelga general, en este caso, debía ser un paso previo a la insurrección proletaria, pero para ello debe plantearse como indefinida y que en ese proceso se cubran las necesidades de la población por medio de organismos barriales y obreros que de forma paralela organicen la ofensiva. En pocas palabras, la toma del poder por parte de los trabajadores que ponga las principales ramas de la economía bajo la planificación obrera.



Si no se plantea la toma del poder por parte de los trabajadores la energía se disipará, los ataques a los trabajadores fructificarán. La economía griega nuevamente requerirá de la “ayuda” de los organismos financieros, y la respuesta estará en función del contexto económico mundial, además que Grecia tendrá que lanzar más ataques y recortes; en fin, cualquier cosa que haga la economía griega no tendrá salida dentro de este sistema y los trabajadores resultarán más asfixiados. Por eso no se tiene nada qué perder para lanzar una ofensiva final, lo único que se puede perder son las cadenas impuestas al histórico país que irremediablemente jalarán las de toda Europa. 



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